sábado, 9 de agosto de 2008

La Kabra tira a la campiña...


... y no voy a decir que el campo es el edén, el más lindo del mundo entero. No, ya ho lan cantado mejor y tampoco es absoluto o cierto (aunque se acercan bastante).

Fíjense esta vez que en el viaje de la kabra a su llanura particular se esconden muchos viajes. Porque cada animal tiene que llegar de vez en cuando a sus orígenes para darse cuenta de que ya no es el mismo animal que partió de allí, hace la decena de años. Es más, que no es el mismo animal que visitó sus orígenes el año anterior. Es decir, uno tiene que volver a sus orígenes para darse cuenta de qué ha cambiado en su alma. Para conocer nuestra transformación, nuestra evolución, nuestro movimiento, tenemos que mirarnos al espejo de lo intrasformado, de lo inmutable, de lo fijo. Y qué mágico es este momento. Aquí un viaje se transforma en El Viaje, donde te enfrentas a retos, miedos, espectativas... Flashes interrogativos te asaltan para plantearte si habrás tranformado tu rededor, evolucionado dominantemente, moldeado tu entorno. ¡Y qué duro es este momento!

El libro del que me comí las últimas hojas es de Joseph Brodsky. El loco oficial me lo prestó. Siempre le estaré agradecido, también por este préstamo. En este libro el autor identifica a Dios con el tiempo. ¡Maravilloso! Pero más aun, su manera de buscar a Dios, al Tiempo, es indescriptiblemente bella. Cito textualmente: "[...] siempre he creído que si el espíritu de Dios aletease sobre la superficie de las aguas, éstas deberían reflejarlo". Y de ahí su tradición del agua. Porque es la imagen del Tiempo, en cada arruga, pliegue... Ahora servidor añade: la llanura esconde verdaderos oasis de Tiempo, de Dios. Esta tarde, aquella alberca (albirka, birkah) era un oasis, era tiempo contenido, era todo Divinidad. Las imágenes para mi memoria: las sonrisas de aquel primito "trigénico", el resto de familia, aquel oleaje; ese oleaje, esas arrugas, esos pliegues, esos reflejos, ese Tiempo lo engendré yo, lo engendramos los miembros de mi familia. Hicimos Tiempo, fabricamos Tiempo, disfrutamos Tiempo, ganamos Tiempo, Gozé Tiempo. Después la kabra estirada en mitad de la llanura se dedicó a obervar con deleite y hasta el final cómo el sol bajaba su mirada y se decidía por dejar de tratar de imponer su tiempo artificial.

Ahora, si me disculpan...

p.d.: a estas alturas estoy seco, me despojé del agua.

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