domingo, 21 de septiembre de 2008

Nosotras las kabras no tenemos tiempo de comprenderlo todo...

...llegamos al corral para dormir con demasiada frecuencia. Esta es una adpatación de una frase dicha por el señor Barbet, un reportero francés que tiene que ir a visitar el frente inglés en su lucha contra los alemanes. Y allí se encuentra con el comandante Pipe y este le cuenta de su padre, que tiene un corazón como el del periodista. Y esta es la historia que se conoce al tercio del libro de René Benjamin (El comandante Pipe y su padre, Ed. Calpe, 1922). Esta lectura la he tomado para desatascar mi mente y permitirle escapar de las páginas de plomo de la Fuente de Vida o descansar de las páginas de enigmas de "Dubliners" (James Joyce). Estas lecturas necesitas muuucho tiempo y un sólo domingo no es suficiente para agotarlas. Así que para tener la sensación de que soy yo el que manejo al tiempo, tomo al comandante Pipe y dejo que me transporte a sus páramos de destrucción. Tantas ganas tengo de sensación cinemática-temporal que ni me estremecen sus descripciones de hierros doblados por la fuerza del cañón. Es un libro no para incorporarlo, sino para que me transmita una sensación de finitud asequible. Y es que no deja de sorprenderme cómo se transforma aquí el tiempo. ¿Esa transformación dependerá de nosotros? Tenemos para escoger sublimación, congelación, evaporación, etc... ¡Cuán complicado! ¡Qué terror! Sólo podemos transformarlo, ¿por qué no despojarnos de Él? Llegados a este punto, cada cual hace lo que puede: alugnos se quieren tranformar en voces (cito a Alastair Reid), otros pretenden convertirse en conocimiento-verdad y por tanto intemporal.

Fíjense, amenizan The Morning After Girls, 13th floor elevators y The Brian Jonestown Massacre las horas que me ven pasar de puntillas, como para que no me descubran. Iluso. Al menos me dio tiempo hoy para pasearme por aquí, siempre con gusto. Se nota que el ritmo de publicación ha descendido, reflejo de la bendita rutina que me ciñe a mis límites. Este tema de la rutina ya lo desgajé hace bastantes años y permanece inalterado. Mi concepto de Rutina es rutina en sí misma, su esencia última es inalterable y me reconforta encontrarla allá donde voy porque me hace crecer.

Ahora, si me disculpan...

p.d.: Una de las mayores felicidades que he descubierto esta semana es estar sentado y que de repente y sin esperarlo te asalte el olor de las gardenias. ¿Hay tiempo en esta acción?

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